我们历史中最稀奇也最可悲的事件之一|博尔赫斯

您所在的位置:网站首页 esta este区别 我们历史中最稀奇也最可悲的事件之一|博尔赫斯

我们历史中最稀奇也最可悲的事件之一|博尔赫斯

2023-01-25 05:00| 来源: 网络整理| 查看: 265

∞《阴影颂》,1969

Elogio de la sombra

佩德罗·萨尔瓦多莱斯[1]

致胡安·穆尔奇森[2]

我想要写下,也许是第一次,我们历史中最稀奇也最可悲的事件之一。尽可能不介入叙事,去除绘声绘色的描写和冒险的猜测,在我看来,是做这件事的最好方式。

一个男人,一个女人和一个独裁者的巨大阴影构成了三个人物。男人名叫佩德罗·萨尔瓦多莱斯;我外祖父阿塞维多见过他,在卡塞罗斯战役之前几天或几星期。

佩德罗·萨尔瓦多莱斯,或许,跟普通人没什么区别,但他的命运和岁月却让他变得独一无二。他想必是一个像他同时代那么多人一样的绅士。他想必拥有(我们尽可推想)一处乡下的产业并且是一个统一派。

他妻子的名字叫普拉奈斯;这两人住在苏伊帕恰街,离坦普莱街角不远[3]。事情发生的那幢房子想必跟别的一模一样:沿街的门,门廊,内门,房间,最里面的庭院。

一天夜里,大约是1842年,他们听见越来越响而又沉闷的喧嚷,是土街上的马蹄和骑兵的呼吼与威吓。马佐卡[4],这一次,并不是路过。在叫喊之后是连续的敲打,在那些人撞门的同时,萨尔瓦多莱斯得以拉开餐厅的桌子,掀起地毯并藏进地窖。妻子把桌子拖回原位。马佐卡一拥而入;他们是来抓萨尔瓦多莱斯的。妻子宣称这个人已经逃到蒙得维地亚去了。他们不相信;他们拷打她,砸碎所有天蓝色的碗碟[5],搜查全屋,但却不曾想到把地毯掀起来。到午夜时他们终于走了,但少不了发誓要再回来。

到这里佩德罗·萨尔瓦多莱斯的故事才真正开始。他在地窖里住了九年。尽管我们对自己说年份是由日子组成的,而日子是由钟点组成的,九年是一个抽象的时段和一个不可能的总数,这故事依旧令人发指。

我怀疑在他的双眼学会辨认的黑暗里,他什么也没有想,甚至没想过他的仇恨或是他的危险。他就在那里,在地窖里。他被禁止入内的那个世界的某些回声从上面传到他耳中:他妻子习以为常的脚步,井沿和提桶的碰撞,庭院里烦人的雨声。每天,更不用说,都可能是最后一天。

妻子把仆人陆续遣散,怕他们会泄漏风声。她告诉所有亲属萨尔瓦多莱斯在东岸。她靠给军队做针线活挣来两人的面包。在那些年里她生了两个儿子;亲戚跟她断绝了关系,认为他们是外头相好的种。暴君倒台后,他们又跪在地上请求宽恕。

佩德罗·萨尔瓦多莱斯究竟是什么,究竟是谁?将他禁锢的是不是恐惧,爱,布宜诺斯艾利斯看不见的近在咫尺以及,到最后,习惯?

为了不让他觉得孤单,他妻子总给他带来某些密谋或胜利的消息。也许他是个懦夫,妻子忠实地向他隐瞒了自己知道这一点。

我想象他在他的地窖里,也许连一支蜡烛也没有,一本书也没有。黑暗或许会将他带到梦的深处。他或许会,在一开始,梦见可怖的夜,里面刀锋在寻找着咽喉,梦见敞开的街道,梦见原野。那么多年过去,他或许无处可逃,或许会梦见地窖。他或许是,在一开始,一个被包围者,一个被威胁者;后来他是什么我们永远不会知道,是一只安静的野兽在它的巢穴里,亦或是一个晦暗的神。

这一切要持续到1852年的那一个夏日,罗萨斯出逃时为止。就是在那个时候,这个隐秘的人才走到光天化日之下;我外祖父曾与他交谈过。柔弱而肥胖,他的肤色像蜡,说话也不抬高嗓音。他被充公的土地一直没有归还给他;我相信他是在贫困中死去的。

如同所有事物一样,佩德罗·萨尔瓦多莱斯的命运在我们看来就仿佛是我们差一点就领悟得到的某样东西的一个象征。

[1] Pedro Salvadores,应为何塞·萨尔瓦多莱斯(José Salvadores,1806-1866),布宜诺斯艾利斯邮政官员,因全家均为统一派,在罗萨斯独裁期间为逃避追捕而藏于家中地窖达12年(1840-1852)。佩德罗·萨尔瓦多莱斯为其被捕杀的兄长(1802-1840)。本篇在2012年版《博尔赫斯诗歌总集》中被删除。

[2] Juan Murchison,英裔阿根廷人,生卒不详,一度曾是博尔赫斯的秘书。

[3] Suipacha,Temple(即今维亚蒙特街,Viamonte),两街交界处位于布宜诺斯艾利斯拉莫斯梅希亚区(Ramos Mejía)。

[4] Mazorca,即大众复兴会(Sociedad Popular Restauradora),19世纪中叶为罗萨斯效命的阿根廷安全机构。

[5] 蓝色为统一派的颜色。

他或许会,在一开始,梦见可怖的夜,里面刀锋在寻找着咽喉,梦见敞开的街道,梦见原野。那么多年过去,他或许无处可逃,或许会梦见地窖。

——博尔赫斯|陈东飚 译

—Reading and Rereading—

Pedro Salvadores

A Juan Murchison

Quiero dejar escrito, acaso por primera vez, uno de los hechos más raros y más tristes de nuestra historia. Intervenir lo menos posible en su narración, prescindir de adiciones pintorescas y de conjeturas aventuradas es, me parece, la mejor manera de hacerlo. Un hombre, una mujer y la vasta sombra de un dictador son los tres personajes. El hombre se llamó Pedro Salvadores; mi abuelo Acevedo lo vio, días o semanas después de la batalla de Caseros. Pedro Salvadores, tal vez, no difería del común de la gente, pero su destino y los años lo hicieron único. Sería un señor como tantos otros de su época. Poseería (nos cabe suponer) un establecimiento de campo y era unitario. El apellido de su mujer era Planes; los dos vivían en la calle Suipacha, no lejos de la esquina del Temple. La casa en que los hechos ocurrieron sería igual a las otras: la puerta de calle, el zaguán, la puerta cancel, las habitaciones, la hondura de los patios. Una noche, hacia 1842, oyeron el creciente y sordo rumor de los cascos de los caballos en la calle de tierra y los vivas y mueras de los jinetes. La mazorca, esta vez, no pasó de largo. Al griterío sucedieron los repetidos golpes, mientras los hombres derribaban la puerta, Salvadores pudo correr la mesa del comedor, alzar la alfombra y ocultarse en el sótano. La mujer puso la mesa en su lugar. La mazorca irrumpió; venían a llevárselo a Salvadores. La mujer declaró que éste había huido a Montevideo. No le creyeron; la azotaron, rompieron toda la vajilla celeste, registraron la casa, pero no se les ocurrió levantar la alfombra. A la medianoche se fueron, no sin haber jurado volver.

Aquí principia verdaderamente la historia de Pedro Salvadores. Vivió nueve años en el sótano. Por más que nos digamos que los años están hechos de días y los días de horas y que nueve años es un término abstracto y una suma imposible, esa historia es atroz. Sospecho que en la sombra que sus ojos aprendieron a descifrar, no pensaba en nada, ni siquiera en su odio ni en su peligro. Estaba ahí, en el sótano. Algunos ecos de aquel mundo que le estaba vedado le llegarían desde arriba: los pasos habituales de su mujer, el golpe del brocal y del balde, la pesada lluvia en el patio. Cada día, por lo demás, podía ser el último.

La mujer fue despidiendo a la servidumbre, que era capaz de delatarlos. Dijo a todos los suyos que Salvadores estaba en la Banda Oriental. Ganó el pan de los dos cosiendo para el ejército. En el decurso de los años tuvo dos hijos; la familia la repudió, atribuyéndolos a un amante. Después de la caída del tirano, le pedirían perdón de rodillas.

¿Qué fue, quién fue, Pedro Salvadores? ¿Lo encarcelaron el terror, el amor, la invisible presencia de Buenos Aires y, finalmente, la costumbre? Para que no la dejara sola, su mujer le daría inciertas noticias de conspiraciones y de victorias. Acaso era cobarde y la mujer lealmente le ocultó que ella lo sabía. Lo imagino en su sótano, tal vez sin un candil, sin un libro. La sombra lo hundiría en el sueño. Soñaría, al principio, con la noche tremenda en que el acero buscaba la garganta, con las calles abiertas, con la llanura. Al cabo de los años no podría huir y soñaría con el sótano. Sería, al principio, un acosado, un amenazado; después no lo sabremos nunca, un animal tranquilo en su madriguera o una suerte de oscura divinidad.

Todo esto hasta aquel día del verano de 1852 en que Rosas huyó. Fue entonces cuando el hombre secreto salió a la luz del día; mi abuelo habló con él. Fofo y obeso, estaba del color de la cera y no hablaba en voz alta. Nunca le devolvieron los campos que le habían sido confiscados; creo que murió en la miseria. Como todas las cosas, el destino de Pedro Salvadores nos parece un símbolo de algo que estamos a punto de comprender.

陈东飚 翻译及其他

题图作者:davestrick

giphy.com/davestrick



【本文地址】


今日新闻


推荐新闻


CopyRight 2018-2019 办公设备维修网 版权所有 豫ICP备15022753号-3